Hace dos años se repetía una tragedia. Un segundo terremoto llega con más fuerza, 32 años después, en la misma fecha. La ciudadanía creía que la alarma sísmica solo era parte de un simulacro, sin embargo, el zangoloteo confirmó que sí, estaba pasando otra vez
Todo México sintió a viva piel aquellos derrumbes de escuelas y edificios enteros, todo México lloró, pero se levantó. Filas y filas de gente ayudando a retirar los escombros para poder rescatar a las víctimas enterradas. Cientos de madres preparando el lunch para los rescatistas, pues veían en ellos un hijo, un esposo.
El 19 de septiembre no se derrumbó México, se levantó. Se levantó el puño en alto lleno de esperanza para quitar de la lista el nombre de un desaparecido. Se taladró, se demolió y se gritó «¡Hay vida!».
Algunos pensaron en el destino, otros prefirieron pensar en la casualidad. Sí, fue un golpe duro, los vacíos que dejaron las personas siguen, los espacios que dejaron aquellos hogares colapsados, no han sido llenados aún. Pero este día es un recordatorio de la fuerza que tiene la gente de México.
